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Channel: Viviendo en mi nube azul
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La victoriosa

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Hace falta ver Cairo desde el aire para entender la grandiosidad de esta ciudad. Impresiona ver ese mar de luces, interrumpido solamente por el Nilo, que parece que no se acaba nunca. Cuando aterrizas por primera vez, es imposible imaginar lo que te espera ahí abajo. Cuando te marchas, no puedes creer que hayas estado perdido en semejante inmensidad y hayas salido indemne. 

Miento, indemne no se sale nunca. Cairo te cambia siempre, quieras o no quieras. Te cambia porque te sorprende en cada esquina, te desespera, te indigna, te alegra, te muestra que las cosas por ser diferentes, no siempre son mejores ni peores. 

Es difícil vivir esa constante batalla entre el odio y el amor. Porque te metes en la ducha y aborreces el olor del agua, pero luego sales a la calle y te maravilla la vista. Caótica, llena de suciedad y de polvo seguramente, pero con un encanto que no puedes resistir. Paseas y te das cuenta de que hay tanta contaminación que seguramente estás perdiendo años de vida, pero a la vez no quieres pasar ni un minuto en un sitio cerrado, porque ahí fuera hay demasiadas cosas que vivir. 

La vida es fácil, no tiene apenas reglas, todo es un caos, pero luego te ahogan las normas no escritas. Desde el hecho de que destaques por tus vaqueros, por tu pelo, o por tu camiseta, hasta el hecho de que vayas al pediatra y parezcas invisible. Porque eres mujer y extranjera, y por tanto, inútil, pero a la vez una cartera con patas que aprovechar. En cambio, si te ves en una dificultad real, serás visible de nuevo y no faltarán manos para ayudarte. Contradictorio y desesperante, pero bastante útil en algunas ocasiones. 

PF ha paseado, ha gateado por la mezquita de Mohamed Ali (imposible marcharnos sin visitar la Ciudadela, que me regala vistas que me emocionan como si fuera la primera vez), ha jugado, ha sido mimado por su familia, se ha puesto de pollo, de Kofta y de Falafel hasta las orejas. También se ha puesto enfermo por primera vez, para desesperación de sus padres. Pero creo que en conjunto ha disfrutado.


A Tarek se le han escurrido los días entre los dedos. El necesitaba más, mucho más.

Y yo, pues a veces no me querría marchar nunca, y otras querría poder teletransportarme de vuelta a casa. La mayoría de las veces me desespera por mil motivos, pero luego... una vista, un té, algo inesperado... y ahí estoy, enamorada otra vez. Y veo las posibilidades que tendríamos ahí y es tan tentador... y luego miro a PF y no puedo. Pero luego veo las posibilidades que tendría él y dudo de nuevo. No quiero que sea extranjero en su tierra. Pero es que el tiene 2 tierras.

A lo mejor lo mío con esta ciudad es algo similar a lo de Benjamin Button, y es que necesitamos el momento exacto en el que podamos estar juntos. Pero ese momento no ha llegado todavía. Por mucho que hayan pintado la fachada de la Mogamma y hasta tenga contraventanas nuevas, yo necesito algo más.


Lo que está claro es que Al Qahirah, en esa gran lucha entre el amor y el odio, siempre acaba ganando. Por algo la llaman "La Victoriosa". 

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