Llevo 11 meses guardándome este post. Me va a costar un mundo no soltar sapos y culebras, de hecho no garantizo que lo consiga. Por cierto, advierto de antemano que cualquier comentario racista o que simplemente me toque las narices, lo voy a eliminar. Ya he avisado varias veces que este blog nunca fue una democracia.
Erase una vez una chica joven que no tenía muy buena suerte. Vivía en un país con mucho sol y con buena gente, pero no conseguía trabajar para comer. Así que con todo el dolor de su corazón, y como muchos otros jóvenes, un día se subió a un avión y se fue a un país muy muy lejano para sobrevivir allí.
En ese país muy muy lejano, ella tuvo que luchar mucho, pero consiguió trabajar y tener una vida. También conoció a un príncipe encantador y entre pirámides, desiertos y tés se enamoraron y se casaron. Eran felices, se querían mucho, y decidieron tener un bebé. Pero había unos hombres malos que llevaban tiempo intentando sembrar el caos en el país y justo en ese momento lo consiguieron. La chica se asustó mucho, se puso enferma, y le pidió al príncipe que se fuera con ella a su país. "Pero me dejarán vivir allí?" Preguntaron a los hombres listos que todo lo sabían en un sitio llamado embajada y les dijeron que si, que como estaban casados el príncipe podría vivir con la chica en su país. Así que cogieron un avión y se marcharon.
Al llegar al país de ella, fueron corriendo a conseguir el papelito que le permitía vivir, trabajar y poder ir al médico, la ansiada residencia. Pero allí se encontraron con una bruja mala que les dijo las palabras malditas:
"Y con qué dinero pretendéis vivir?"
"Bueno, yo trabajo pero de momento poco, el resto nos ayuda mi familia"
"Ah, no, pues eso no vale. Tenéis que demostrar que tenéis dinero para vivir vosotros solos"
"Pero porqué, si estamos casados?"
"Pues porque hay muchos matrimonios falsos y la gente se aprovecha, así que hasta que no tengáis dinero, nada"
La chica miraba su tripa de 14 semanas y no entendía nada. Como era posible que SU MARIDO no tuviera derecho a vivir en su país? Como pretendían que tuvieran dinero para sobrevivir si el no tenía derecho a trabajar y ella apenas se tenía en pie? Lo intentaron de todas formas, pero allá por enero llegó el veredicto: El no puede vivir aquí. Y la chica lloró, y se desesperó, y empezó a tener pesadillas sobre volver al país del que salió corriendo por miedo, o de que se llevaran a su marido. También soñaba que él se ponía enfermo y ningún médico le atendía, y que todo era por culpa de ella. Y cada día se ponía más enferma.
Investigó e investigó y descubrió que efectivamente antes no hubieran tenido ningún problema solo por estar casados, pero unos hombres muy malos que robaban sueños cambiaron la ley en 2013 y ahora había que tener dinero o trabajo para esas cosas. Justo cuando muchos jóvenes se fueron a otros países a buscar un futuro, que casualidad.
Siguió investigando y descubrió que mucha otra gente tenía el mismo problema que ella. Y que todos juntos acudieron a quien se supone que les tenía que ayudar, porque para algo se llamaba la Defensora del Pueblo. Y esta señora les dio la razón, diciendo que la ley era discriminatoria y que vulneraba el derecho a la vida en familia, y que había que quitar eso y volver a la situación de antes. Pero los hombres malos que robaban sueños no hicieron caso, y como habían hecho todo a escondidas y sin que nadie se enterara, nada cambiaba.
La chica lloraba y lloraba mientras su tripa crecía y crecía. Ella trabajaba lo que podía, pero estaba cansada, seguía encontrándose mal, y no podía más. Un día, trabajando, leyó un cartel y se dio cuenta de que a lo mejor allí podrían ayudarla, era un sitio llamado Asuntos Sociales.
En ese sitio 2 mujeres muy amables le dieron buenas noticias. Por un lado, su príncipe si tendría derecho a vivir y trabajar cuando tuvieran a su bebé. Faltaban 4 meses. Por otro lado, les ayudaron con un poco de dinero, cerrando así el círculo de la absurdez: Al príncipe no le daban la residencia para que no pudiera pedir ayudas, y la chica tenía que pedirlas porque el príncipe no tenía residencia.
Llegó un bonito día en el que nació el principito. Nada más salir del hospital, la chica, en vez de descansar y recuperarse, salió corriendo a la calle para conseguir todos los papeles que su príncipe necesitaba para conseguir la residencia de marras. Tras 17 días, con muchos nervios, al fin entregaron todo, esperando tener al fin una respuesta positiva en unas 4 semanas, para que el príncipe empezara a trabajar.
El tiempo pasaba y la residencia no llegaba. Llegó el día en el que el príncipe tenía que empezar a trabajar y seguía sin llegar, así que la chica tuvo que ir en su lugar. Su bebé tenía 7 semanas y lloró mucho, ella también. Cada vez que salía de casa se le rompía un poquito más el corazón, y odiaba mucho más a esos hombres que robaban ya no solo sueños, si no todas sus oportunidades de salir adelante, además del bienestar de su bebé.
Un buen día la chica decidió llamar y preguntar por los papeles. Otra bruja mala le dijo que iban a tardar un mes y medio más de lo esperado, y le colgó el teléfono. La chica lloró y lloró, porque el príncipe tenía una oferta de trabajo muy buena y ella no podía creer que fueran a perder la oportunidad una vez más. La mamá de la chica le dijo que no llorara más y se buscara un caballero con armadura para defenderla, un señor llamado Abogado. El señor abogado mandó una carta diciendo que el pobre bebé tenía derecho a vivir decentemente y que así no había manera, y nuestros protagonistas se sentaron a esperar. Se fueron a ver el mar unos días, intentando descansar, pero todos los días comprobaban si al fin había noticias. Nada.
Volvieron a su casa y al día siguiente encontraron un papel en el buzón con el nombre del príncipe, una carta le esperaba. Fueron a buscarla, ambos temblando de los nervios, era el veredicto final. Cuando la chica vio que al fin lo habían conseguido gritó, lloró y saltó. Jaque.
Al día siguiente fueron a pedir la tarjeta. Había que esperar 30 días. Pasaron despacio, pero al fin, un 26 de septiembre de 2014, la chica, el príncipe y su bebé recogieron su tesoro, la tarjeta de residencia. Y la chica, delante de la comisaría, bailó una deliranza con su bebé en brazos. Jaque mate a los hombres malos. Habían pasado 11 meses y 9 días, pero ella había ganado.
Gané, pero a medias. Porque habré ganado del todo el día que consiga mi propósito. Que esto se sepa. Que a hurtadillas y sin que nadie se enterara, el gobierno de este país se lo ha montado muy bien para que muchos de los que en su día nos fuimos no podamos volver. Y lo han hecho de la manera más cruel y rastrera, no dejándonos traer a nuestras familias.
Soy española, y tengo derecho a vivir en mi casa. Tengo derecho a vivir aquí con mi marido y mi hijo, sin pasar el infierno que hemos pasado. Lo que habéis hecho es ilegal de mil maneras diferentes y queráis o no, esto lo vamos a cambiar. Porque nunca más vais a volver a tratar a mi marido como si no tuviera derecho a estar con su familia.
Continuará....
La chica lloraba y lloraba mientras su tripa crecía y crecía. Ella trabajaba lo que podía, pero estaba cansada, seguía encontrándose mal, y no podía más. Un día, trabajando, leyó un cartel y se dio cuenta de que a lo mejor allí podrían ayudarla, era un sitio llamado Asuntos Sociales.
En ese sitio 2 mujeres muy amables le dieron buenas noticias. Por un lado, su príncipe si tendría derecho a vivir y trabajar cuando tuvieran a su bebé. Faltaban 4 meses. Por otro lado, les ayudaron con un poco de dinero, cerrando así el círculo de la absurdez: Al príncipe no le daban la residencia para que no pudiera pedir ayudas, y la chica tenía que pedirlas porque el príncipe no tenía residencia.
Llegó un bonito día en el que nació el principito. Nada más salir del hospital, la chica, en vez de descansar y recuperarse, salió corriendo a la calle para conseguir todos los papeles que su príncipe necesitaba para conseguir la residencia de marras. Tras 17 días, con muchos nervios, al fin entregaron todo, esperando tener al fin una respuesta positiva en unas 4 semanas, para que el príncipe empezara a trabajar.
El tiempo pasaba y la residencia no llegaba. Llegó el día en el que el príncipe tenía que empezar a trabajar y seguía sin llegar, así que la chica tuvo que ir en su lugar. Su bebé tenía 7 semanas y lloró mucho, ella también. Cada vez que salía de casa se le rompía un poquito más el corazón, y odiaba mucho más a esos hombres que robaban ya no solo sueños, si no todas sus oportunidades de salir adelante, además del bienestar de su bebé.
Un buen día la chica decidió llamar y preguntar por los papeles. Otra bruja mala le dijo que iban a tardar un mes y medio más de lo esperado, y le colgó el teléfono. La chica lloró y lloró, porque el príncipe tenía una oferta de trabajo muy buena y ella no podía creer que fueran a perder la oportunidad una vez más. La mamá de la chica le dijo que no llorara más y se buscara un caballero con armadura para defenderla, un señor llamado Abogado. El señor abogado mandó una carta diciendo que el pobre bebé tenía derecho a vivir decentemente y que así no había manera, y nuestros protagonistas se sentaron a esperar. Se fueron a ver el mar unos días, intentando descansar, pero todos los días comprobaban si al fin había noticias. Nada.
Volvieron a su casa y al día siguiente encontraron un papel en el buzón con el nombre del príncipe, una carta le esperaba. Fueron a buscarla, ambos temblando de los nervios, era el veredicto final. Cuando la chica vio que al fin lo habían conseguido gritó, lloró y saltó. Jaque.
Al día siguiente fueron a pedir la tarjeta. Había que esperar 30 días. Pasaron despacio, pero al fin, un 26 de septiembre de 2014, la chica, el príncipe y su bebé recogieron su tesoro, la tarjeta de residencia. Y la chica, delante de la comisaría, bailó una deliranza con su bebé en brazos. Jaque mate a los hombres malos. Habían pasado 11 meses y 9 días, pero ella había ganado.
Gané, pero a medias. Porque habré ganado del todo el día que consiga mi propósito. Que esto se sepa. Que a hurtadillas y sin que nadie se enterara, el gobierno de este país se lo ha montado muy bien para que muchos de los que en su día nos fuimos no podamos volver. Y lo han hecho de la manera más cruel y rastrera, no dejándonos traer a nuestras familias.
Soy española, y tengo derecho a vivir en mi casa. Tengo derecho a vivir aquí con mi marido y mi hijo, sin pasar el infierno que hemos pasado. Lo que habéis hecho es ilegal de mil maneras diferentes y queráis o no, esto lo vamos a cambiar. Porque nunca más vais a volver a tratar a mi marido como si no tuviera derecho a estar con su familia.
Continuará....